Al encuentro del corazón de Italia: un viaje por Abruzzo Citeriore

Nuestro viaje comenzó en la ciudad de Ortona, una pequeña localidad costera a orillas del mar Adriático, en la provincia de Chieti. Es un lugar ideal para combinar mar y montaña, y disfrutar del contraste que ofrece la zona de Abruzzo Citeriore.

Desde Ortona tomamos un tren regional hacia Vasto-San Salvo. El trayecto dura aproximadamente 30 minutos y hay un tren por hora. Los boletos pueden comprarse directamente en la estación, y los precios son bastante accesibles.

Una vez en Vasto, tomamos un colectivo local que nos llevó hasta Castelguidone. Aunque el viaje es largo (alrededor de 2 horas), el paisaje montañoso que atraviesa lo hace realmente encantador. Nosotros lo hicimos en transporte público, pero si tienen la posibilidad de alquilar un auto, lo recomendamos: el trayecto se reduce a unos 50 minutos, dependiendo del tránsito y pueden ir haciendo las paradas que quieran, ya que las vistas son impresionantes..

Al llegar a Castelguidone, nos esperaban Marco e Iván, que además de ser parte del equipo de Siamo L’Abruzzo Citeriore, son referentes de Italea Abruzzo, y conocen todo sobre el territorio y lo que desea un visitante con raíces italianas. Ellos fueron nuestros guías durante todo el recorrido por los diferentes pueblos de la región —¡cada uno más lindo que el otro!

 

Castiglione Messer Marino

Castiglione
Castiglione
Castiglione

Nuestra primera parada fue Castiglione Messer Marino. Para nuestra sorpresa, este pueblo está hermanado con la ciudad de Balcarce, en la provincia de Buenos Aires, por ser el lugar de origen de la familia de Juan Manuel Fangio. Fangio fue campeón mundial de Fórmula 1 en cinco ocasiones durante la década del 50, y es una figura muy querida en Argentina.

Nos sacamos fotos junto al monumento en su honor y la estatua que lo homenajea. Más allá del paisaje y la historia, lo que más nos conmovió fue la calidez de su gente. Muchos vecinos nos contaron que tienen familiares viviendo en Argentina y nos pedían, emocionados: “¡Tornate da noi!” —(¡Vuelvan a visitarnos!)

La paz del lugar se respiraba no solo en el entorno natural, sino también en las escenas cotidianas: personas sentadas en la vereda, charlando; chicos jugando en la plaza… Un ambiente realmente encantador.

Castiglione también es conocido por su carnaval tradicional, con máscaras y trajes de época. En el centro del pueblo hay un mural que lo representa. El Carnaval ha sido estudiado dentro del proyecto “Carnaval, Rey de Europa”, apoyado por la Comunidad Europea y coordinado en Italia por el Museo de Costumbres y Tradiciones de San Michele all’Adige.

El personaje principal es Lu Pulgenelle, una máscara nominada como patrimonio cultural inmaterial por la UNESCO. Lleva un sombrero llamado Capille, que puede medir entre 70 centímetros y 1 metro de alto y tiene la función de coordinar danzas y mantener el orden del desfile.

Antes de seguir viaje, nos tomamos un delicioso helado en el Messer Café, ubicado en la plaza principal.

 

Torrebruna

Torrebruna
Torrebruna
Torrebruna

Nuestra siguiente parada fue Torrebruna. Al llegar al centro, lo primero que nos llamó la atención fue el Monumento a los Caídos en todas las guerras, fue construido en 1926.

También se conservan las antiguas piletas comunitarias donde se lavaba la ropa a mano. ¡Un verdadero viaje en el tiempo!

Las casas de piedra, las calles empinadas, los faroles y las vistas desde lo alto crean una atmósfera única. Entre sus sitios de interés destacan varias iglesias: la Chiesa di Santa Vittoria, la Chiesa di Santa Maria delle Grazie y la Chiesa di San Rocco. Además, se puede recorrer el Borgo Fortificato di Guardiabruna, una zona peatonal histórica con mucho encanto.

Carunchio

Carunchio
Carunchio
Carunchio
Carunchio

Continuamos nuestro recorrido hacia Carunchio. Algo que nos llamó la atención fueron las puertas de las casas: diferentes tamaños, estilos, detalles tallados… Un espectáculo artesanal (re instagrameables!!!)

Subimos por las callecitas hasta la cima del pueblo, donde se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista. Aunque estaba cerrada, las vistas desde allí eran simplemente espectaculares: techos de tejas rojas, pueblos vecinos a lo lejos, y un horizonte montañoso que parecía una postal.

Después visitamos La Genuina, una charcutería y carnicería local que funciona en un antiguo convento restaurado. Su producto estrella es la Ventricina, y para los amantes de los fiambres, este lugar es el paraíso.

Luciano y Domenica, los dueños, nos recibieron con mucha calidez. Nos hicieron una degustación de sus productos, acompañada de un espumante delicioso. Lo que iba a ser una visita rápida se transformó en dos horas de charla, sabores e historias. Compramos varios productos típicos que nos acompañaron el resto del viaje.

¿Y qué es la Ventricina?

Es un fiambre en forma de pera, hecho con las mejores partes del cerdo (jamón, lomo y tocino), cortado a cuchillo y sazonado con sal, pimienta (dulce y picante), hinojo y especias. Se embute en una vejiga de cerdo, se seca al aire durante unos 20 días, y luego en un ambiente húmedo durante otros 50. Después se cubre con manteca de cerdo y se deja madurar durante al menos 60 días más. Solo se produce en zonas de montaña a más de 600 metros de altitud. Este producto está protegido por Slow Food.

Cena, tradición y despedida

Cena, tradición y despedida
Cena, tradición y despedida

Al caer la noche, fuimos a cenar a un restaurante, Braceria Dei Lupi, donde nos invitaron a pasar a la cocina para ver cómo preparaban la sagne, una pasta tradicional de la región. Se elabora con sémola de trigo duro y harina blanca, y se sirve con una salsa simple de tomate fresco, albahaca, ajo y aceite de oliva, coronada con queso pecorino rallado.

Nos sentaron cerca de la parrilla —porque en la montaña refresca por la noche— y como segundo plato probamos un cordero grillado que estaba ¡espectacular!

De pronto, empezó a sonar música típica, la gente se puso a bailar y nos invitaron a unirnos. Así fue como aprendimos a bailar la Spallata y compartimos otro momento inolvidable con la comunidad.

Antes de regresar, pasamos por el bar Roxy, donde probamos La Genziana, el aperitivo típico de la zona. Es un digestivo amargo; no fue lo que más me gustó, pero no podía irme sin probarlo.

Ya entrada la noche, volvimos a Ortona, donde estábamos alojados, para seguir disfrutando de la región y de la costa de la zona dei Trabocchi.

Consejos para tu viaje

Toda la zona de Abruzzo Citeriore es ideal para hacer ciclismo o senderismo. Hay muchos senderos que permiten descubrir rincones únicos, así que te recomiendo llevar ropa cómoda. Aunque los recorridos son aptos para todos los niveles, tené en cuenta que hay subidas y bajadas pronunciadas que pueden requerir más tiempo o esfuerzo.

 

Ojalá que tengas la oportunidad de conocer este hermoso lugar.

¡Nosotros no vemos la hora de volver!